viernes, 15 de mayo de 2015

La Benemérita

Recientemente me ha pasado algo que me ha devuelto a la época en que les tenía como ángeles de la carretera.

Desde hace unos años mi percepción había cambiado para mal. Afán recaudatorio y alguna experiencia no muy buena.

Lo cierto es que había olvidado que una de sus funciones es velar por la seguridad vial y ayudar a los que tienen problemas en la carretera.

El caso es que me decidí a pasar la ITV de la Bonnie (por cierto, sin problemas) y a la vuelta me encuentro con que se para la hija de la Gran Bretaña. Empiezo a mosquearme, de forma lineal, eso sí, y cuando estaba en el último estadio del cabreo que me hacía pensar en incinerarla en plena M40, se me aparece la imagen de un depósito vacío y de un imbécil que no quiso echar gasolina ayer.

Me bajo de la moto maldiciendo esa pereza que tanto desprecio y sin saber qué hacer, porque estaba a no menos de cuatro km. de la gasolinera más próxima, aparece un coche de la G.C. Lo primero que hice fue sacar los papeles antes de que pararan. Una reacción de lo más "Pavlov"

Se baja uno de ellos, me echo la mano a la cartera y me pregunta, amablemente, que en qué me puede ayudar. Recordé que alguien me dijo una vez que si te quedabas tirado sin gasolina te multaban así que me resigné a adelgazar la cuenta más de lo que estaba y se lo conté.

Se miraron y me dijeron: "suba al coche, hay una gasolinera cerca de aquí. Por cierto, ¿de qué año es la moto?"

Bien, pensé, son moteros. Así que empecé a hablarles de la moto, de sus bondades y, sobre todo, de sus maldades.

El caso es que compré bolsa de tres litros y la llené. Me volvieron a llevar hasta la Bonnie que arrancó sin problemas. Ni un reproche.

Lo más gracioso es que el más aficionado a las motos resultó ser bultaquista. Ni una palabra en contra de dicha marca salió de mi boca.

Para terminar, decir que no sólo fueron amables sino que parecían disfrutar ayudando.

Gracias.